La Garra Nipona: Japón 2 – Alemania 1

Japón lo ganó porque se animó. El resultado no debería sorprender. Lo remontó a puro coraje frente a una selecciona alemana que encaró el partido como si se trátese de un “management empresarial”. 

Una crónica racional del partido podría indicar que Alemania iba ganando con un penal ejecutado en el minuto 33′ por Ilkay Gündogan, ese talentoso y poco valorado volante del Manchester City. Luego el VAR, quizás uno de los “ogros” de este Mundial, no validaría  el tanto anotado  de Kai Havertz. Y quizás esa lógica aburrida y descarnada de las cosas podría indicarnos que los alemanes iban a ganar, por correcto desempeño y gestión eficiente, a los japoneses. Claramente la cosa no sería así.



Algo en mi cabeza empezó a hacerme ruido. En forma de preguntas. ¿Las selecciones de los países reflejan su juego lo que son como sociedad? ¿se juega como se vive?. Hasta el minuto 60′ el partido, para los alemanes era ni más ni menos que una correcto management empresarial. Como si fuese una empresa que cuida al medio ambiente y tienen una agenda de compromiso social. La pelota al piso, ordenaditos, eficientes para evitar gastos innecesarios. Quizás Alemania encaró el partido con la certeza de un pueblo que sabe que el tren que lo lleva a su empresa pasa a las 8.14.

Poco había en el partido de esa emocionalidad latinoamericana: el desparpajo brasilero de querer anotar aún más goles para seguir bailando aún más pasitos de “zamba”; que la vida sea como un tango melodramático argentino donde la realidad se convirtió en un“cambalache”; encarar lo que te pasa con el cuchillo entre los dientes como indica el espíritu de la “garra charrúa”. 

Pero a partir del minuto 70′ a Japón se le despertó el indio. Dejando de lado sus propias tradiciones de reverencia y no incomodar al otro, los nipones se pusieron en “modo uruguayo”. Empezaron a romper lineas defensivas, a “raspar” y a ganar espacios. Hasta a incomodar al portentoso defensor Antonio Rüdiger, de nacionalidad alemana pero de padres africanos, y si Rüdiger es tamaño XL, los japoneses son más bien XS.

El gol del empate lo anotaría en el minuto 75 Ritsu Doan. Gran esfuerzo colectivo de los japoneses que con seguridad ingresan desde el borde izquierdo, remata Minamino forzando el rebote del arquero alemán Manuel Neuer y el olfato goleador de Doan esta vez no perdonó, logrando que la pelota ingrese al arco.

Japón vio que lo podría ganar y siguió jugando con garra y corazón. A lo sudamericano. Los alemanes reaccionaron tarde y los japoneses hasta supieron defender con técnica e inteligencia la contra alemana.

El partido llegaría a su punto máximo de emoción cuando por obra y gracia de un pelotazo largo de Ko Itakura, es el delantero Takuma Asano quien corre, domina el balón, encara con fe hasta el final de la cancha y soporta la presión del defensor Nico Schlotterbeck,   que ni aún con una superioridad física notable pudo frenar al nipón, que casi sin angulo posible y a poco de salir de la cancha, encuentra una fina grieta entre arco y arquero y remata. Un gol de “Maradona en México ’86” para una remontada que dará de que hablar. En el minuto 82 anotaba el segundo mientras su propia hinchada, como si se tratase de cualquier hinchada sudamericana que alentaron a los suyos. Una de las postales más lindas del mundial hasta ahora.

Bien por los japoneses, que respetaron también su propia historia: combinar Oriente pero mirar hacia Occidente. Al menos siete jugadores nipones juegan en la Primer División Alemania. Pero este partido lo ganaron por imitar y sentirse inspirados por el espíritu sudamericano. Este domingo 27/11 a las 07 horas enfrentarán a Costa Rica.

Por su parte Alemania deberá cuestionarse la forma en que salen a plantear un partido, ya que el rival será España, este domingo 26/11 a las 26 horas. Una segunda derrota los dejará eliminados en primera ronda.

 

 

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